El hombre que prendió fuego por error a una doble de Belén Esteban en presencia  de un cyborg-zombie de Kiko Rivera 

Autor: Georges Bond (pseudónimo). Libros de La Norialatoteph. Colección: Ctulhumicrón. 354 págs. 

 

 

Hay novelas que no son lo que parecen. Ésta, que por el título podría antojarse como un insustancial pulp de serie z, una absurda mezcolanza de géneros a medio camino entre la ciencia ficción y el folclorismo gore (género que, por otro lado, tan buenos frutos cosechara Randolph Macguire con su sorprendente “Manolo Caracol a través de un agujero de gusano”, Ediciones Dark Fantasy& Olé), arranca de un modo previsible, con un frenético capítulo de poco más de quince páginas en que el protagonista, además de hacer todo lo que cuenta el título, decapita a un fan freakie de Jordi González y mancilla a una monja que en realidad es una espía rusa frotándola contra una mazorca de maíz. Pero luego el tono se relaja, se produce un flash-back en el que el narrador, en primera persona, recuerda su infancia en un pueblecito de Almería donde nunca sucede nada, y la novela se va contaminando de ese tono nostálgico como la lluvia otoñal, de manera que apenas hay trama, ni acción, ni nada de nada hasta el final del libro, donde el autor añade un epílogo sorprendente sin que venga mucho a cuento: el Rey de España es un Hombre Lobo. Para lectores muy, muy aburridos. El resto abstenerse.